martes, 29 de marzo de 2016

CORRECCIÓN DE LA SEGUNDA ENTRADA


Los Cinco en el cerro del contrabandista. Enid Blyton

Breve introducción

Los protagonistas son tres hermanos, Ana, Dick y Julián, y su prima Jorge. Los cuatro se suelen reunir en vacaciones en la bahía de Kirrin, donde vive Jorge, y juntos suelen correr aventuras en las que prácticamente siempre acaban ejerciendo de detectives, buscando tesoros, resolviendo misterios o desenmascarando a criminales. El quinto miembro del grupo es el perro de Jorge, Tim. Un inteligente compañero de aventuras que en más de una ocasión les sacará las castañas del fuego.

CAPÍTULO I: De regreso a «Villa Kirrin»

Un hermoso día, al principio de las vacaciones de Pascua, cuatro niños y un perro viajaban juntos en tren.

—Llegaremos pronto —comentó Julián, un muchacho alto y fuerte, de expresión resuelta.

—¡Guau! —ladró  Tim, el perro, que se sentía inquieto e intentaba mirar por la ventanilla.

—¡Baja, Tim! —ordenó Julián—. Deja que Ana mire.

Ana era su hermana menor. Ésta asomó la cabeza, por la ventanilla.

—¡Ya entramos en la estación de Kirrin! —dijo—. Espero que tía Fanny esté esperándonos.

—¡Claro que estará! —respondió Jorgina, su prima. Jorgina se parecía más a un chico que a una niña, porque llevaba el pelo muy corto y rizado. También ella tenía aspecto resuelto como Julián. Dio un empujón a Ana y se asomó a su vez por la ventanilla.

—¡Qué agradable es regresar a casa! —dijo—. Me gusta estar en el colegio, pero será divertido pasar las vacaciones en "Villa Kirrin", y quizá podamos navegar hasta la isla Kirrin y visitar el castillo que hay en ella. No hemos estado allí desde el verano pasado.

—Ahora le toca a Dick mirar por la ventanilla —dijo Julián dirigiéndose a su hermano menor, un niño de cara agradable que estaba sentado en un rincón y leía atentamente—. Ya llegamos a la vista de Kirrin, Dick. ¿Es que no puedes parar de leer ni un segundo?

—¡Es un libro tan emocionante! —respondió Dick, y lo cerró de golpe—. Es la novela de aventuras más apasionante que he leído.

—¡Bah! Estoy segura de que no es tan apasionante como alguna de nuestras propias aventuras —dijo Ana al punto.

Y era cierto. Los cinco, incluyendo a Tim, el perro, que siempre lo compartía todo con ellos, habían vivido juntos aventuras extraordinarias. Pero ahora parecía que se presentaban unas vacaciones tranquilas, con largos paseos por las colinas, y quizá navegando en el barco de Jorge hacia la “isla de Kirrin”.

—Este trimestre he trabajado mucho en el colegio —dijo Julián—. Me merezco unas vacaciones.

—Has adelgazado —comentó Jorgina. Nadie la llamaba así. La llamaban Jorge y no contestaba por otro nombre. Julián sonrió.

—¡Bueno!, pronto engordaré en "Villa Kirrin", no te preocupes. De eso se cuidará tía Fanny. Es especialista en cebar a la gente. Tengo ganas de ver de nuevo a tu madre, Jorge. Es estupenda.

—Sí. Y espero que mi padre esté de buenas estas vacaciones —dijo  Jorge—.

Seguramente lo estará, porque ha acabado un nuevo experimento con mucho éxito, según cuenta mi madre.

El padre de Jorgina era un hombre de ciencia, y siempre estaba elaborando nuevas ideas. Le gustaba la tranquilidad y, a veces, se enfadaba con gran violencia si no podía obtener la paz que necesitaba, o si las cosas no salían tal como él deseaba. Los niños a menudo pensaban que el temperamento fácilmente irritable de Jorgina era muy parecido al de su padre. También ella se enfadaba violentamente con rapidez cuando las cosas no le salían bien.

Tía Fanny los estaba esperando. Los cuatro niños saltaron al andén y se lanzaron hacia ella. Jorgina llegó primero. Estaba muy encariñada con su madre, que tantas veces la había escudado  cuando  su   padre   se   enfadaba  con ella.  Tim  iba   dando  vueltas, manifestando su contento con sus ladridos. Quería mucho a la madre de Jorgina. Ésta lo acarició, y el perro intentó levantarse sobre sus patas traseras y lamerle la cara.

—Tim está más alto que nunca —dijo ella, riendo—. ¡Abajo, que me vas a tirar!

Tim era, en verdad, un perro muy grande. Todos los niños lo querían, porque era leal y cariñoso. Sus pardos ojos miraban del uno al otro, regocijándose con la alegría de los niños. Tim participaba en ella, como lo hacía en todas las cosas.

Pero la persona a quien más quería era, naturalmente, a su dueña, a Jorgina. Ella le tenía desde que era un cachorro. Cada trimestre lo había llevado consigo al colegio, ya que Jorgina y Ana iban a un pensionado que admitía perros. De otro modo, seguramente Jorgina no hubiese querido ir al colegio.

Se pusieron en marcha hacia "Villa Kirrin" en una tartana tirada por un poni. Hacía frío y viento. Los niños temblaban y se ceñían sus abrigos.

—Hace mucho frío —dijo Ana, tiritando—. Más frío que si fuese invierno.

—Es por el viento —respondió su tía, y la envolvió con una manta—. Ha sido muy fuerte estos dos últimos días. Los pescadores han tenido que retirar sus barcas hasta lo más alto de la playa por miedo a la tormenta.

Los niños vieron las barcas junto al camino, cuando pasaron por la playa donde tantas veces se habían bañado. Ahora ya no sentían ganas de bañarse. Sólo el pensarlo les producía escalofríos.

El viento arremolinaba las aguas del mar. Las olas se lanzaban sobre la playa en un ruido aterrador. Esto excitó a Tim, que empezó a ladrar.

—¡Quieto, Tim! —ordenó Jorgina acariciándolo—. Tendrás que aprender a ser un buen perro y estarte callado, ahora que volvemos a casa; si no, mi padre se enfadará conmigo. ¿Está papá muy ocupado, mamá?

—Sí, mucho —respondió la madre—, pero trabajará poco los días que estéis en casa. Decía que tenía ganas de ir de paseo con vosotros, o de salir en barca, si el tiempo mejora.

Los niños se miraron entre sí. El tío Quintín no era un compañero inmejorable. No tenía sentido del humor y, cuando los niños se reían a carcajadas, cosa que hacían lo menos veinte veces al día, él nunca le encontraba la gracia.

—Me parece que estas vacaciones no serán precisamente buenas si el tío Quintín viene con nosotros la mayor parte del tiempo —dijo Dick a Julián en voz baja.

—¡Chist...! —chistó Julián, temiendo que su tía le oyera y se ofendiese. Jorgina frunció el entrecejo.

—¡Oh, mamá! —dijo—. Papá  se cansará si se viene con nosotros y a nosotros nos ocurrirá igual.

Jorgina era muy espontánea en el hablar, y nunca aprendía a refrenar su lengua. La madre la miró.

—No hables   así, querida.   También  yo  creo  que vuestro   padre se  cansará  en seguida. Pero le conviene tener un poco de gente joven a su alrededor.

—¡Hemos llegado! —dijo Julián cuando la tartana se detuvo frente a la vieja casa.

— ¡"Villa Kirrin"! ¡Cómo sopla el viento a su alrededor, tía Fanny!

—Sí. Ha hecho un ruido terrible la noche pasada —contestó la tía—. Julián, llévate la tartana detrás cuando hayamos recogido las cosas. Aquí viene el tío a ayudarnos.

El tío Quintín salió. Era un hombre alto, con aspecto de sabio y entrecejo fruncido. Sonrió a los niños y besó a Jorgina y a Ana.

—¡Bienvenidos a "Villa Kirrin"! —dijo—. Me alegro de que vuestros padres se hayan ido, Ana, porque de nuevo os tendremos aquí.

Pronto estuvieron todos sentados alrededor de la mesa, saboreando una abundante y suculenta merienda. Siempre tía Fanny tenía preparada una comida especialmente buena para el momento de llegar, porque sabía que vendrían hambrientos del largo viaje en tren.

Por fin, incluso Jorgina quedó satisfecha y se recostó cómodamente en su silla, deseando poder ingerir todavía uno más de los deliciosos bollos que su madre había hecho. Tim estaba sentado junto a ella. Estaba ordenado que no debía comer cuando los niños comiesen, pero era gracioso ver cuántos buenos pedazos encontraban el camino hasta él por debajo de la mesa.

El viento aullaba alrededor de la casa. Las ventanas crujían, las puertas golpeaban y las persianas se balanceaban a causa de la corriente que se filtraba por entre sus rendijas.

—Parece como si en ellas hubiera serpientes que se enroscan y se desenroscan — comentó Ana.

Tim las miraba y, de pronto, se puso a gruñir. Era un perro inteligente, pero no sabía por qué las persianas se enrollaban y desenrollaban de un modo tan extraño.

—Espero que esta noche se calme el viento —dijo tía Fanny—. No me dejó dormir la noche pasada. Querido Julián, encuentro que estás muy delgado. ¿Has estudiado mucho? He de alimentarte bien.

—Eso pensábamos que dirías, mamá —dijo Jorgina, sonriendo—. ¡Dios mío! ¿Qué es eso?

Todos se quedaron quietos, asustados. Se había oído un gran ruido en el tejado y Tim enderezó sus orejas y gruñó con ferocidad.

—Una teja del tejado —dijo el tío Quintín—. ¡Qué fastidio! Tendremos que hacer colocar las tejas perdidas cuando haya pasado la tormenta, Fanny; si no, se producirán goteras.

Los niños tenían la esperanza de que el tío se retiraría a su cuarto de trabajo después de la merienda,  tal como tenía  por costumbre, pero  esta vez  no lo hizo.

Deseaban jugar a algo, y no les hacía gracia que el tío Quintín estuviera presente. Eso no era nada agradable, aunque se tratara de un juego tan sencillo como el de correr y atraparse.

—¿Conocéis a un chico que se llama Pedro Lenoir? —preguntó de repente tío Quintín extrayendo una carta de su bolsillo—. Creo que va al mismo colegio que tú y que Dick, ¿verdad, Julián?

—¿Pedro Lenoir? ¡Ah!, quieres decir  Hollín —respondió Julian—. Sí, está en la clase de Dick. Está más loco que una cabra.

—¿Hollín? Pero ¿por qué le llamáis  Hollín? —interrogó el tío—. Me parece un nombre bastante raro para un chico.

—Si lo vieras no pensarías así —dijo Dick, riéndose—. ¡Es muy moreno! Tiene el pelo más negro que el hollín, los ojos como dos pedazos de carbón y las cejas como si estuviesen tiznadas. Además, su nombre significa "el negro", ¿no es cierto? Lenoir en francés significa "el negro".

—Sí, es cierto. Pero ¡qué nombre para una persona! ¡Hollín! —dijo el tío—. Bien, he estado carteándome últimamente con el padre de este chico. Él y yo estamos interesados en los mismos asuntos científicos. Lo he invitado para que venga a pasar algunos días aquí y le he dicho que traiga a su hijo Pedro.

—¡Oh!, ¿de veras? —dijo Dick, que parecía estar muy contento—. No estará mal tener a  Hollín aquí. Pero está completamente loco. Nunca hace lo que se le manda. Trepa como un mono y es muy travieso. No sé si te gustará.

El tío Quintín se mostró apenado de haber invitado a Hollín después de oír lo que dijo Dick. No le gustaban los chicos revoltosos.

—¡Hum! —dijo guardando la carta—. Debí haberos hablado sobre este chico antes de ofrecer al padre que lo trajera. Pero quizás aún pueda evitar que venga.

—No, no lo hagas, padre —suplicó Jorgina, a la que le habían gustado los informes sobre Hollín Lenoir—. Déjale que venga. Podrá salir con nosotros y no molestará en casa.

—Ya veremos —respondió el padre, que ya se había decidido a no tener al chico en "Villa Kirrin", puesto que era alocado, revoltoso y trepaba como un mono. Jorgina resultaba ya suficiente con su cabeza llena de pájaros, y no necesitaba un chico travieso que la animara.

Con gran alivio por parte de los niños, el tío Quintín se fue a reanudar su trabajo hacia las ocho. Tía Fanny miró el reloj.

—Ana, ya es hora de que te acuestes —dijo—. Y también tú, Jorge.

—Déjame tan sólo echar una partida de cartas. La jugaremos todos juntos. Tú también, mamá. Es nuestra primera noche en casa. De todos modos, no podremos dormir con el ruido del viento. Anda, mamá, vamos a echar un juego y, después, nos acostamos. Julián ya está bostezando como un tonto.

ELECCIÓN DEL TEXTO

He elegido este texto de un libro de Enid Blyton porque me parece que es una escritora que escribe verdaderamente bien sobre aventuras de pandillas tratando temas cercanos a los niños y de la vida cotidiana. Las descripciones son maravillosas y los niños pueden meterse por completo en el libro y en sus paisajes y localizaciones. El vocabulario es sencillo y accesible. Además, se pueden sentir muy motivados a la hora de leerlo pues se pueden identificar fácilmente con los personajes. También, los niños podrían aprender sobre la vida inglesa de hace unos años y algunos aspectos que, a día de hoy, permanecen intactos (los colegios allí, las rutinas (hora del té…), comidas típicas, etc.). Es una escritora que refleja fielmente la cultura inglesa.

CURSO Y PUESTA EN PRÁCTICA

Yo realizaría esta lectura con niños de cuarto de primaria. Creo que en cuarto de primaria ya están capacitados para leer este tipo de textos.
Este texto es de tipo literario. Primero, realizaría una lectura individual, en silencio, previa motivación y presentación del texto y de la escritora. Tras esa presentación, les diría el título del libro al que pertenece este fragmento y les invitaría a escribir lo que creen que puede ocurrir en él y a que hicieran un dibujo. Después, cada niño se pone a  leer el texto a su ritmo y comprendiendo. Mientras estuvieran realizando esta lectura tendría en cuenta su postura, si se acercan mucho a la hoja, los movimientos oculares, cuánto tiempo tardan en acabarlo y quiénes van acabando antes y quiénes más tarde, etc.
Con lo de la postura, la distancia de colocación adecuada del texto para leer… les daría unas pautas claras al inicio para que las tuvieran en cuenta. Podría incluso tener una tabla de puntos en el que les fuera motivando colocando una pegatina al final de la clase a los niños que hayan tenido en cuenta estos aspectos, o que hayan leído muy bien, o hayan realizado los ejercicios de manera adecuada, esforzándose por mejorar. Algunos aspectos podrían ser: buena postura en la mesa, distancia y colocación del libro, participación e interés y realización adecuada de los aspectos y habilidades que mostraremos más tarde.
  Personalmente, trataría de observar más de cerca a los niños que se acercan demasiado la hoja de lectura por si pudiera detectar algún problema de visión o prevenir posibles alteraciones. Me fijaría también en los niños que acaban antes para ver más tarde si luego realizan de manera adecuada los ejercicios y ver si lo han comprendido bien o si solo se trata de leer lo más rápido que puedan para acabar antes. También, observaría de cerca a los niños que tardan más para ver si necesitan ayuda a la hora de ejercitar más la velocidad lectora o la comprensión o si es que son solo perfeccionistas y no quieren que ningún detalle se les escape.

Una vez hayan leído el texto en silencio y de manera individual comenzaríamos a realizar las actividades.  Primero, las de memoria a corto plazo y comprensión. A continuación, realizaríamos las de atención, habilidad visual, memoria… Esta actividad se llevaría a cabo en dos sesiones. La primera sesión sería la de la lectura del texto y realización de actividades y, la segunda sesión, sería la de la lectura en voz alta cuando ya se hubiera trabajado en profundidad el texto. En la segunda sesión, la sesión oral, primero los niños escucharían la lectura en voz alta del profesor o de una grabación. Esto les ayudaría mucho para la posterior lectura oral por parte de los alumnos. Después, sacaría a todos los niños para que leyeran en voz alta, cada uno una pequeña parte del texto. Para motivarlos y que no les costara tanto esto, podría sacarlos a un atril decorado como este:
Les motivaría para que intentaran hacerlo lo mejor posible, vocalizando y pronunciando bien, respirando correctamente, utilizando la entonación adecuada,  la velocidad, etc. (Trabajaría estos aspectos en sesiones anteriores para estar preparados el día de la lectura, exposición…). Podría entregarles un diploma como el siguiente, pero solo al que mejor lo haya hecho y explicando por qué he decidido dárselo para que vayan aprendiendo que es lo que deben  tener en cuenta:
Después, acabaríamos realizando los pequeños teatros o representaciones para trabajar los diversos tonos, timbres, velocidades… Es una actividad muy divertida para acabar esta sesión oral y, sin darse cuenta, estarán trabajando muchos aspectos que les ayudarán a mejorar su lectura en voz alta (explicada al final, es la última actividad).

REALIZACIÓN DE ACTIVIDADES
Utilizaría los siguientes símbolos para la realización de las actividades:












COMPRENSIÓN









Con estos símbolos, también podría elaborar una tabla con todos los nombres de los niños de la clase. Tras la corrección de los ejercicios y viendo cómo les ha salido a cada uno solo podrían colocarse una pegatina en el símbolo que corresponda los niños que hayan tenido muy bien esa parte. Por ejemplo, una niña ha leído en voz alta muy bien: se pone la pegatina al lado de ese icono. Puede haber varias partes en las que lo hayan hecho bien y, en ese caso, se pondrá la pegatina en más de un icono. Si no se han alcanzado los objetivos de una determinada parte no se coloca la pegatina. Así, es una manera muy gráfica de que los niños vean qué cosas deben mejorar para la próxima sesión. Las tablas con las puntuaciones estarán colocadas en la zona de la clase habilitada para la lectura (si la hubiera) o cerca de la estantería con los libros o los textos para trabajar.



La tabla de evaluación sería más o menos así:

La autoevaluación la llevaría a cabo cada niño al corregir sus ejercicios y ver cómo le han salido. Más tarde, escribiría en un papel lo que cree que debería mejorar. Luego, revisaría la profesora los ejercicios y daría el visto bueno para colocar las pegatinas pertinentes en el lugar que corresponda. También, le comentaría lo que debe mejorar (lo que ha puesto el niño o la niña en la hoja y si hace falta añadir algo más) y le ayudaría a ver qué cosas puede hacer para que la próxima vez consiga las pegatinas que le han faltado esta vez.

 Busca gazapos: en este texto hay una serie de palabras que no coinciden con lo que se dice en el texto que hemos leído. Subráyalas. (ATENCIÓN)
—Una teja del tejado —anunció el tío Quintín—. ¡Qué rabia! Tendremos que hacer colocar las tejas caídas cuando haya pasado la tormenta, Fanny; si no, se producirán charcos.
Los niños tenían la ilusión de que el tío se marcharía a su cuarto de trabajo después de la merienda,  tal como tenía  por costumbre, más esta vez  no lo hizo.
Querían jugar a algo, y no les hacía gracia que el tío Quintín estuviera delante. Eso no era nada divertido, aunque se tratara de un juego tan fácil como el de correr y pillarse.
Agudiza la vista: todas las letras del recuadro están repetidas, excepto una. Búscala en el menor tiempo posible. (HABILIDAD VISUAL)

Letra no repetida:         Tiempo:


Para leer mejor (anticipación y fluidez)



El profesor va a escribir seis números en la pizarra. En el menor tiempo posible, deberás encontrar las palabras que corresponden a estos números y escribirlas debajo.
viento
16
teja
23
cerro
26
tartana
5
merienda
10
primos
15
villa
25
tren
1
cartas
7
mar
11
libro
20
dormir
21
isla
2
aventuras
3
apasionante
4
frío
19
tía
14
delgado
9
vieja
8
jugar
27
carácter
18
loco
13
barco
6
ciencias
12
perro
22
playa
17
compañía
24
 a)      …………..
b)      …………..
c)      …………..
d)     …………..
e)      …………..
f)       …………...




viernes, 18 de marzo de 2016

BLOQUE 2. COMUNICACIÓN ESCRITA: LA LECTURA


Los Cinco en el cerro del contrabandista. Enid Blyton

Breve introducción

Los protagonistas son tres hermanos, Ana, Dick y Julián, y su prima Jorge. Los cuatro se suelen reunir en vacaciones en la bahía de Kirrin, donde vive Jorge, y juntos suelen correr aventuras en las que prácticamente siempre acaban ejerciendo de detectives, buscando tesoros, resolviendo misterios o desenmascarando a criminales. El quinto miembro del grupo es el perro de Jorge, Tim. Un inteligente compañero de aventuras que en más de una ocasión les sacará las castañas del fuego.

CAPÍTULO I: De regreso a «Villa Kirrin»

Un hermoso día, al principio de las vacaciones de Pascua, cuatro niños y un perro viajaban juntos en tren.

—Llegaremos pronto —comentó Julián, un muchacho alto y fuerte, de expresión resuelta.

—¡Guau! —ladró  Tim, el perro, que se sentía inquieto e intentaba mirar por la ventanilla.

—¡Baja, Tim! —ordenó Julián—. Deja que Ana mire.

Ana era su hermana menor. Ésta asomó la cabeza, por la ventanilla.

—¡Ya entramos en la estación de Kirrin! —dijo—. Espero que tía Fanny esté esperándonos.

—¡Claro que estará! —respondió Jorgina, su prima. Jorgina se parecía más a un chico que a una niña, porque llevaba el pelo muy corto y rizado. También ella tenía aspecto resuelto como Julián. Dio un empujón a Ana y se asomó a su vez por la ventanilla.

—¡Qué agradable es regresar a casa! —dijo—. Me gusta estar en el colegio, pero será divertido pasar las vacaciones en "Villa Kirrin", y quizá podamos navegar hasta la isla Kirrin y visitar el castillo que hay en ella. No hemos estado allí desde el verano pasado.

—Ahora le toca a Dick mirar por la ventanilla —dijo Julián dirigiéndose a su hermano menor, un niño de cara agradable que estaba sentado en un rincón y leía atentamente—. Ya llegamos a la vista de Kirrin, Dick. ¿Es que no puedes parar de leer ni un segundo?

—¡Es un libro tan emocionante! —respondió Dick, y lo cerró de golpe—. Es la novela de aventuras más apasionante que he leído.

—¡Bah! Estoy segura de que no es tan apasionante como alguna de nuestras propias aventuras —dijo Ana al punto.

Y era cierto. Los cinco, incluyendo a Tim, el perro, que siempre lo compartía todo con ellos, habían vivido juntos aventuras extraordinarias. Pero ahora parecía que se presentaban unas vacaciones tranquilas, con largos paseos por las colinas, y quizá navegando en el barco de Jorge hacia la “isla de Kirrin”.

—Este trimestre he trabajado mucho en el colegio —dijo Julián—. Me merezco unas vacaciones.

—Has adelgazado —comentó Jorgina. Nadie la llamaba así. La llamaban Jorge y no contestaba por otro nombre. Julián sonrió.

—¡Bueno!, pronto engordaré en "Villa Kirrin", no te preocupes. De eso se cuidará tía Fanny. Es especialista en cebar a la gente. Tengo ganas de ver de nuevo a tu madre, Jorge. Es estupenda.

—Sí. Y espero que mi padre esté de buenas estas vacaciones —dijo  Jorge—.

Seguramente lo estará, porque ha acabado un nuevo experimento con mucho éxito, según cuenta mi madre.

El padre de Jorgina era un hombre de ciencia, y siempre estaba elaborando nuevas ideas. Le gustaba la tranquilidad y, a veces, se enfadaba con gran violencia si no podía obtener la paz que necesitaba, o si las cosas no salían tal como él deseaba. Los niños a menudo pensaban que el temperamento fácilmente irritable de Jorgina era muy parecido al de su padre. También ella se enfadaba violentamente con rapidez cuando las cosas no le salían bien.

Tía Fanny los estaba esperando. Los cuatro niños saltaron al andén y se lanzaron hacia ella. Jorgina llegó primero. Estaba muy encariñada con su madre, que tantas veces la había escudado  cuando  su   padre   se   enfadaba  con ella.  Tim  iba   dando  vueltas, manifestando su contento con sus ladridos. Quería mucho a la madre de Jorgina. Ésta lo acarició, y el perro intentó levantarse sobre sus patas traseras y lamerle la cara.

—Tim está más alto que nunca —dijo ella, riendo—. ¡Abajo, que me vas a tirar!

Tim era, en verdad, un perro muy grande. Todos los niños lo querían, porque era leal y cariñoso. Sus pardos ojos miraban del uno al otro, regocijándose con la alegría de los niños. Tim participaba en ella, como lo hacía en todas las cosas.

Pero la persona a quien más quería era, naturalmente, a su dueña, a Jorgina. Ella le tenía desde que era un cachorro. Cada trimestre lo había llevado consigo al colegio, ya que Jorgina y Ana iban a un pensionado que admitía perros. De otro modo, seguramente Jorgina no hubiese querido ir al colegio.

Se pusieron en marcha hacia "Villa Kirrin" en una tartana tirada por un poni. Hacía frío y viento. Los niños temblaban y se ceñían sus abrigos.

—Hace mucho frío —dijo Ana, tiritando—. Más frío que si fuese invierno.

—Es por el viento —respondió su tía, y la envolvió con una manta—. Ha sido muy fuerte estos dos últimos días. Los pescadores han tenido que retirar sus barcas hasta lo más alto de la playa por miedo a la tormenta.

Los niños vieron las barcas junto al camino, cuando pasaron por la playa donde tantas veces se habían bañado. Ahora ya no sentían ganas de bañarse. Sólo el pensarlo les producía escalofríos.

El viento arremolinaba las aguas del mar. Las olas se lanzaban sobre la playa en un ruido aterrador. Esto excitó a Tim, que empezó a ladrar.

—¡Quieto, Tim! —ordenó Jorgina acariciándolo—. Tendrás que aprender a ser un buen perro y estarte callado, ahora que volvemos a casa; si no, mi padre se enfadará conmigo. ¿Está papá muy ocupado, mamá?

—Sí, mucho —respondió la madre—, pero trabajará poco los días que estéis en casa. Decía que tenía ganas de ir de paseo con vosotros, o de salir en barca, si el tiempo mejora.

Los niños se miraron entre sí. El tío Quintín no era un compañero inmejorable. No tenía sentido del humor y, cuando los niños se reían a carcajadas, cosa que hacían lo menos veinte veces al día, él nunca le encontraba la gracia.

—Me parece que estas vacaciones no serán precisamente buenas si el tío Quintín viene con nosotros la mayor parte del tiempo —dijo Dick a Julián en voz baja.

—¡Chist...! —chistó Julián, temiendo que su tía le oyera y se ofendiese. Jorgina frunció el entrecejo.

—¡Oh, mamá! —dijo—. Papá  se cansará si se viene con nosotros y a nosotros nos ocurrirá igual.

Jorgina era muy espontánea en el hablar, y nunca aprendía a refrenar su lengua. La madre la miró.

—No hables   así, querida.   También  yo  creo  que vuestro   padre se  cansará  en seguida. Pero le conviene tener un poco de gente joven a su alrededor.

—¡Hemos llegado! —dijo Julián cuando la tartana se detuvo frente a la vieja casa.

— ¡"Villa Kirrin"! ¡Cómo sopla el viento a su alrededor, tía Fanny!

—Sí. Ha hecho un ruido terrible la noche pasada —contestó la tía—. Julián, llévate la tartana detrás cuando hayamos recogido las cosas. Aquí viene el tío a ayudarnos.

El tío Quintín salió. Era un hombre alto, con aspecto de sabio y entrecejo fruncido. Sonrió a los niños y besó a Jorgina y a Ana.

—¡Bienvenidos a "Villa Kirrin"! —dijo—. Me alegro de que vuestros padres se hayan ido, Ana, porque de nuevo os tendremos aquí.

Pronto estuvieron todos sentados alrededor de la mesa, saboreando una abundante y suculenta merienda. Siempre tía Fanny tenía preparada una comida especialmente buena para el momento de llegar, porque sabía que vendrían hambrientos del largo viaje en tren.

Por fin, incluso Jorgina quedó satisfecha y se recostó cómodamente en su silla, deseando poder ingerir todavía uno más de los deliciosos bollos que su madre había hecho. Tim estaba sentado junto a ella. Estaba ordenado que no debía comer cuando los niños comiesen, pero era gracioso ver cuántos buenos pedazos encontraban el camino hasta él por debajo de la mesa.

El viento aullaba alrededor de la casa. Las ventanas crujían, las puertas golpeaban y las persianas se balanceaban a causa de la corriente que se filtraba por entre sus rendijas.

—Parece como si en ellas hubiera serpientes que se enroscan y se desenroscan — comentó Ana.

Tim las miraba y, de pronto, se puso a gruñir. Era un perro inteligente, pero no sabía por qué las persianas se enrollaban y desenrollaban de un modo tan extraño.

—Espero que esta noche se calme el viento —dijo tía Fanny—. No me dejó dormir la noche pasada. Querido Julián, encuentro que estás muy delgado. ¿Has estudiado mucho? He de alimentarte bien.

—Eso pensábamos que dirías, mamá —dijo Jorgina, sonriendo—. ¡Dios mío! ¿Qué es eso?

Todos se quedaron quietos, asustados. Se había oído un gran ruido en el tejado y Tim enderezó sus orejas y gruñó con ferocidad.

—Una teja del tejado —dijo el tío Quintín—. ¡Qué fastidio! Tendremos que hacer colocar las tejas perdidas cuando haya pasado la tormenta, Fanny; si no, se producirán goteras.

Los niños tenían la esperanza de que el tío se retiraría a su cuarto de trabajo después de la merienda,  tal como tenía  por costumbre, pero  esta vez  no lo hizo.

Deseaban jugar a algo, y no les hacía gracia que el tío Quintín estuviera presente. Eso no era nada agradable, aunque se tratara de un juego tan sencillo como el de correr y atraparse.

—¿Conocéis a un chico que se llama Pedro Lenoir? —preguntó de repente tío Quintín extrayendo una carta de su bolsillo—. Creo que va al mismo colegio que tú y que Dick, ¿verdad, Julián?

—¿Pedro Lenoir? ¡Ah!, quieres decir  Hollín —respondió Julian—. Sí, está en la clase de Dick. Está más loco que una cabra.

—¿Hollín? Pero ¿por qué le llamáis  Hollín? —interrogó el tío—. Me parece un nombre bastante raro para un chico.

—Si lo vieras no pensarías así —dijo Dick, riéndose—. ¡Es muy moreno! Tiene el pelo más negro que el hollín, los ojos como dos pedazos de carbón y las cejas como si estuviesen tiznadas. Además, su nombre significa "el negro", ¿no es cierto? Lenoir en francés significa "el negro".

—Sí, es cierto. Pero ¡qué nombre para una persona! ¡Hollín! —dijo el tío—. Bien, he estado carteándome últimamente con el padre de este chico. Él y yo estamos interesados en los mismos asuntos científicos. Lo he invitado para que venga a pasar algunos días aquí y le he dicho que traiga a su hijo Pedro.

—¡Oh!, ¿de veras? —dijo Dick, que parecía estar muy contento—. No estará mal tener a  Hollín aquí. Pero está completamente loco. Nunca hace lo que se le manda. Trepa como un mono y es muy travieso. No sé si te gustará.

El tío Quintín se mostró apenado de haber invitado a Hollín después de oír lo que dijo Dick. No le gustaban los chicos revoltosos.

—¡Hum! —dijo guardando la carta—. Debí haberos hablado sobre este chico antes de ofrecer al padre que lo trajera. Pero quizás aún pueda evitar que venga.

—No, no lo hagas, padre —suplicó Jorgina, a la que le habían gustado los informes sobre Hollín Lenoir—. Déjale que venga. Podrá salir con nosotros y no molestará en casa.

—Ya veremos —respondió el padre, que ya se había decidido a no tener al chico en "Villa Kirrin", puesto que era alocado, revoltoso y trepaba como un mono. Jorgina resultaba ya suficiente con su cabeza llena de pájaros, y no necesitaba un chico travieso que la animara.

Con gran alivio por parte de los niños, el tío Quintín se fue a reanudar su trabajo hacia las ocho. Tía Fanny miró el reloj.

—Ana, ya es hora de que te acuestes —dijo—. Y también tú, Jorge.

—Déjame tan sólo echar una partida de cartas. La jugaremos todos juntos. Tú también, mamá. Es nuestra primera noche en casa. De todos modos, no podremos dormir con el ruido del viento. Anda, mamá, vamos a echar un juego y, después, nos acostamos. Julián ya está bostezando como un tonto.

ELECCIÓN DEL TEXTO

He elegido este texto de un libro de Enid Blyton porque me parece que es una escritora que escribe verdaderamente bien sobre aventuras de pandillas tratando temas cercanos a los niños y de la vida cotidiana. Las descripciones son maravillosas y los niños pueden meterse por completo en el libro y en sus paisajes y localizaciones. El vocabulario es sencillo y accesible. Además, se pueden sentir muy motivados a la hora de leerlo pues se pueden identificar fácilmente con los personajes. También, los niños podrían aprender sobre la vida inglesa de hace unos años y algunos aspectos que, a día de hoy, permanecen intactos (los colegios allí, las rutinas (hora del té…), comidas típicas, etc.). Es una escritora que refleja fielmente la cultura inglesa.

CURSO Y PUESTA EN PRÁCTICA

Yo realizaría esta lectura con niños de cuarto de primaria. Creo que en cuarto de primaria ya están capacitados para leer este tipo de textos.

Este texto es de tipo literario. Primero, realizaría una lectura individual, en silencio, previa motivación y presentación del texto y de la escritora. Tras esa presentación, les diría el título del libro al que pertenece este fragmento y les invitaría a escribir lo que creen que puede ocurrir en él y a que hicieran un dibujo. Después, cada niño se pone a  leer el texto a su ritmo y comprendiendo. Mientras estuvieran realizando esta lectura tendría en cuenta su postura, si se acercan mucho a la hoja, los movimientos oculares, cuánto tiempo tardan en acabarlo y quiénes van acabando antes y quiénes más tarde, etc.

Con lo de la postura, la distancia de colocación adecuada del texto para leer… les daría unas pautas claras al inicio para que las tuvieran en cuenta. Podría incluso tener una tabla de puntos en el que les fuera motivando colocando una pegatina al final de la clase a los niños que hayan tenido en cuenta estos aspectos, o que hayan leído muy bien, o hayan realizado los ejercicios de manera adecuada, esforzándose por mejorar. Algunos aspectos podrían ser: buena postura en la mesa, distancia y colocación del libro, participación e interés y realización adecuada de los aspectos y habilidades que mostraremos más tarde.


  Personalmente, trataría de observar más de cerca a los niños que se acercan demasiado la hoja de lectura por si pudiera detectar algún problema de visión o prevenir posibles alteraciones. Me fijaría también en los niños que acaban antes para ver más tarde si luego realizan de manera adecuada los ejercicios y ver si lo han comprendido bien o si solo se trata de leer lo más rápido que puedan para acabar antes. También, observaría de cerca a los niños que tardan más para ver si necesitan ayuda a la hora de ejercitar más la velocidad lectora o la comprensión o si es que son solo perfeccionistas y no quieren que ningún detalle se les escape.
Una vez hayan leído el texto en silencio y de manera individual si diera tiempo leería el texto primero el profesor. Después, sacaría a todos los niños para que leyeran en voz alta, cada uno una pequeña parte del texto. Para motivarlos y que no les costara tanto esto, podría sacarlos a un atril decorado como este:
Les motivaría para que intentaran hacerlo lo mejor posible, vocalizando y pronunciando bien, respirando correctamente, utilizando la entonación adecuada,  la velocidad, etc. (Trabajaría estos aspectos en sesiones anteriores para estar preparados el día de la lectura, exposición…). Podría entregarles un diploma como el siguiente, pero solo al que mejor lo haya hecho y explicando por qué he decidido dárselo para que vayan aprendiendo que es lo que deben  tener en cuenta:
Después, realizaríamos otra lectura en silencio para una mejor comprensión del texto. Más tarde, pasaríamos a la realización de diversos ejercicios.
Utilizaría los siguientes símbolos para la realización de las actividades:












COMPRENSIÓN







Con estos símbolos, también podría elaborar una tabla con todos los nombres de los niños de la clase. Tras la corrección de los ejercicios y viendo cómo les ha salido a cada uno solo podrían colocarse una pegatina en el símbolo que corresponda los niños que hayan tenido muy bien esa parte. Por ejemplo, una niña ha leído en voz alta muy bien: se pone la pegatina al lado de ese icono. Puede haber varias partes en las que lo hayan hecho bien y, en ese caso, se pondrá la pegatina en más de un icono. Si no se han alcanzado los objetivos de una determinada parte no se coloca la pegatina. Así, es una manera muy gráfica de que los niños vean qué cosas deben mejorar para la próxima sesión. Las tablas con las puntuaciones estarán colocadas en la zona de la clase habilitada para la lectura (si la hubiera) o cerca de la estantería con los libros o los textos para trabajar.


La tabla de evaluación sería más o menos así:

La autoevaluación la llevaría a cabo cada niño al corregir sus ejercicios y ver cómo le han salido. Más tarde, escribiría en un papel lo que cree que debería mejorar. Luego, revisaría la profesora los ejercicios y daría el visto bueno para colocar las pegatinas pertinentes en el lugar que corresponda. También, le comentaría lo que debe mejorar (lo que ha puesto el niño o la niña en la hoja y si hace falta añadir algo más) y le ayudaría a ver qué cosas puede hacer para que la próxima vez consiga las pegatinas que le han faltado esta vez.

 Busca gazapos: en este texto hay una serie de palabras que no coinciden con lo que se dice en el texto que hemos leído. Subráyalas. (ATENCIÓN)
—Una teja del tejado —anunció el tío Quintín—. ¡Qué rabia! Tendremos que hacer colocar las tejas caídas cuando haya pasado la tormenta, Fanny; si no, se producirán charcos.
Los niños tenían la ilusión de que el tío se marcharía a su cuarto de trabajo después de la merienda,  tal como tenía  por costumbre, más esta vez  no lo hizo.
Querían jugar a algo, y no les hacía gracia que el tío Quintín estuviera delante. Eso no era nada divertido, aunque se tratara de un juego tan fácil como el de correr y pillarse.
Agudiza la vista: todas las letras del recuadro están repetidas, excepto una. Búscala en el menor tiempo posible. (HABILIDAD VISUAL)

Letra no repetida:         Tiempo:


Para leer mejor (anticipación y fluidez)



El profesor va a escribir seis números en la pizarra. En el menor tiempo posible, deberás encontrar las palabras que corresponden a estos números y escribirlas debajo.
viento
16
teja
23
cerro
26
tartana
5
merienda
10
primos
15
villa
25
tren
1
cartas
7
mar
11
libro
20
dormir
21
isla
2
aventuras
3
apasionante
4
frío
19
tía
14
delgado
9
vieja
8
jugar
27
carácter
18
loco
13
barco
6
ciencias
12
perro
22
playa
17
compañía
24
 a)      …………..
b)      …………..
c)      …………..
d)     …………..
e)      …………..
f)       …………...